Por: Gisela Vásquez Amado.
“Lo vi en el periódico, niñas bonitas, sin experiencia, extrovertidas….con palabras muy discretas, pero yo sabía que decía” dijo Jessika Hernández, o Yeka como prefieren que la llamen, mientras con su mirada recordaba el inicio de aquel paraíso, en el que hoy es la reina. Tan sólo una llamada borraría el dolor del pasado, paraíso de lujos que soñó de pequeña, donde su rey es el dinero. Esa tarde como cualquier otra, angustiada porque su padre Carlos Hernández y sus dos hermanas mayores le exigían a ella y a Deisy, su hermana menor, que acaba de cumplir los 18, que ya eran mayores de edad y debía aportar a los gastos de la casa. Compró el periódico como de costumbre, a ver si conseguía trabajo. Sentada en su cama vio aquel anuncio que rondò su cabeza durante toda la semana, un sí o un no, en eso se debatía la vida de Yeka.
La empresa en la que trabaja tiene las paginas bloqueadas para Colombia, se le exige sólo cinco horas diarias de trabajo, el resto de tiempo es decisión de ella, si quiere trabajar o no; de igual forma debe hacer lo que el cliente le pida, tocarse, desnudarse, disfrazarse, algunos juegos…aunque se le da la liberta de decir algunas veces que no.
En la actualidad, este fenómeno es consecuencia de la globalización y la gran red de comunicación como es la internet, ha formado en el nuevo siglo el sexo por la web, siendo uno de los mercados más potenciales del momento, con mujeres hermosas, en la mayoría latinas, que por la web están dispuestas a complacer sus cibernautas de Europa y EE.UU principalmente.
Vibradores, bolas chinas, lubricantes, disfraces y sexo, rodean su rutina, pero su historia no comienza aquí.
Cenicienta, sirvienta antes de ser reina.
-La vida me ha dado fuerte golpes, todo comenzó en Don Matías dónde yo no nací, vivía con mis padres y tres hermanas más, de ellas sólo una menor que yo. Nunca supe que fue el niño Dios, que él existía me enteré hace poco, no había ni muñecas ni juguetes, sólo me divertía con los mosquitos y bichos de la vereda, sin comodidades, tan sólo una niña delgada, con grandes ojos negros y pelo café, ropa de segunda y zapatos viejos, pero era feliz.
-Mi palacio de arena se derrumbó a los cinco años y ahí comenzaron los problemas, mi mamá, Maryory Guarín, la metieron a la cárcel un año, por porte ilegal de armas y en ese tiempo había quedado embarazada y le tocó tener a mi cuarta hermana en la cárcel.
-Las necesidades aumentaron y cuando cumplí siete años, ya con mi mamá en la casa, mi papá decidió irse por el hueco a Estados Unidos, aún así de ilegal consiguió trabajo en una fábrica de confesiones, comenzó a mandar dinero a los pocos meses y nos fuimos para Copacabana, pensando que las cosas mejorarían.
-Entré a estudiar, me gustaba ir a la escuela y era muy buena estudiante, aunque mi mamá comenzó a salir los fines de semana, a hacer rumbas en la casa, primero una vez, dos veces, tres veces por mes, hasta que se convirtió en una rutina. Mi mamá ya casi nunca estaba en la casa, llegaba borracha, no nos cuidaba, no nos hacía comida y muchas veces no encontraba zapatos para ir a la escuela y llegaba en chanclas a estudiar; mis hermanas mayores hacían sus mayores esfuerzos para que viviéramos bien.
-Meses después, mi mamá metió a una de sus hermanas, el esposo y a un amigo de la familia a la casa, las necesidades se incrementaron y no entendíamos que pasaba, mi papá trabajaba duro para manteneros, pero el dinero no se veía. Años después entendí qué era lo que pasaba, aquel amigo de la familia se había convertido en el amante de mi mamá, por eso el dinero sólo era para ellos”.
-Aunque ninguno de nosotros sabía lo del amante, mi papá mandó por ella y se fue a EE.UU de ilegal también, allá se dio cuenta de que estaba en embarazo de su amante y antes de verse con mi papá, se entregó para que la deportaran y acá abortó.
-Ella estaba dispuesta hacerlo todo porque su secreto no se supiera, hasta el día en que yo los vi “follando”- la escena de su madre con su amante aún cobra vida en los ojos de Yeka.
Ella ya tenía 12 años y su madre Maryori prometió que le daría dinero, ropa y lo que ella quisiera si no le contaba a nadie lo que había visto. Esto duró un año, pero los regalos nunca llegaron, la ausencia de una madre crecía en la casa, su conciencia no la dejaba dormir y decidió contarle a su hermana mayor para que le dijera a su padre.
- Mi papá dio la orden que sacáramos toda la gente de la casa y mi mamá decidió irse con su amante, se dedicò al vicio y al alcohol.
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Un año después, su hermana mayor pidió la visa, se la dieron por dos meses y se quedó en los EE.UU como ilegal, trabajando y ayudando a su padre, de igual forma lo hizo su otra hermana mayor a los dos años siguiente y se fue con una visa falsa, “En ese tiempo era muy fácil, no había nada de huellas”- comenta Yeka
Ella con 15 años quedó encargada de su hermana Deisy de 13 años y Leidy de siete. “Para mí era muy difícil mercar, lavar, planchar, cocinar y al mismo tiempo estudiar, nunca había hecho de papá y mamá, y ahora me tocaba hacer de los dos, por eso me tocó salirme del colegio”
Cuando creyó que todo lo tenía bajo control, validó noveno y entró de nuevo a estudiar décimo, pero sus cálculos fallaron, muchas veces no podía ir a clase, hacer los trabajos, ya que su principal responsabilidad era la casa y sus hermanas, ese año lo perdió.
Liliana, soñaba con estudiar y terminar su bachillerato y a los 18 años lo logró, validando en la Nocturna de Copacabana undécimo.
Su madre apareció de nuevo, la extorsionaba, le pedía mucho dinero, y la amenazaba que si no se lo daba, se quedaba en la casa de ellas tomando y metiendo gente.
Dinero, dinero, dinero, parecían ser la llave de la felicidad de Yeka, para salir de su cuento de terror.
El papá con ayuda de la hermanas logró recoger el dinero suficiente y le mando a Yeka para que comprará una casa en Bello, al poco tiempo, su padre volvió jubilado, pero ya dos de sus hijas no eran las mismas niñas que dejo 11 años atrás, Deysi tenía 18 años y Yeka 21, ya tenían que conseguir trabajo y aportar en la casa. Pasaron pocas semanas para lograron cumplir con la petición de su padre, ya que a los pocos días encontraron el anuncio en el periódico y comenzaron a trabajar, teniendo sexo por la we
La transformación.
Deisy y Liliana se fueron de la casa, su padre y hermanas creía que trabajan de modelos y meseras, y cambiarían de casa porque les quedaba más cerca del trabajo. Pero la verdad era otra.
Una casa grande ubicada en el barrio Laureles, paredes vino tinto, dos rejas de acero y una puerta de color café, ningún letrero ni ruido que logrará diferenciar esta casa de las demás, pasaba desapercibida muchas veces casi fantasma, porque en ella casi nadie salía o entraba. No se percibía ningún olor singular, ni se esperaba que esta casa, fuera la mansión de las mujeres que prendiendo su computador comenzaba su labor, entre seducción, fantasía y sexo.
Yeka, a los pocos meses se operó, se colocó silicona, glúteo y se realizó una liposucción, tinturó de negro su pelo, ropa de marca, escotes, faldas, ropa interior y botas llenaban sus cajones.
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Como la primera vez que entra un niño a la guardería, así se sentía Yeka. “la primera vez fue complicada, esperando frente a este computador, que ahora es mi caja de dinero, a un cliente que quisiera jugar un poco, estaba asustada pero al mismo tiempo sentía que me gustaba, porque siempre me ha gustado mucho el sexo, y esta sería una nueva forma de experimentarlo trabajando y conquistando el paraíso del dinero que soñaba tener”.
Paredes totalmente blancas, un olor a canela rodeaba la habitación, un baño, una cama doble, en la cabecera un gran afiche de una muñeca Manga, y en frente de ella una mesa a la altura de la cama con un sólo cajón y encima de ella un computador; en ese cajón se encontraban escondidas las fantasías de varios de los que serian sus clientes en las próximas horas, vibradores de mil colores y tamaños, anales y vaginales, juguetes de todo tipo, ropa interior, antifaces, geles y otros que no lograba identificar que podrían ser, al comienzo, Carlos (que es el único hombre de la casa, él que las dirige y las acompaña) les dio unos cuantos juguetes y fragancias, pero ahora mucho de ellos los compra ella para hacer más encantador y profesional su trabajo, según Yeka.
¿Cómo te conocen en la red y cómo es el sistema de pago?
-“En la página me llaman paisita sex-one, cada ocho días me consignan el pago en dólares, gano 1000 pesos por minuto, aunque la empresa cobra a los clientes tres dólares por minuto, siempre trabajo mucho en la madrugadas, ya que como la mayoría son extranjeros ,con ellos existe una gran diferencia horaria.
En la casa hay seis mujeres más, cada una tiene su habitación, algunas la personalizan como más les gusta, Andrea, una de ellas, decidido colocar icopor en las ventanas para evitar los ruidos, nos llevamos muy bien, algunas de ellas a veces trabajan juntas, por los clientes que quieren ver a dos mujeres, pero yo no trabajo así, aunque con todas me llevo muy bien”.
La casa es muy grande, es de dos pisos, en el primero hay una sala con un sofá grande de color negro con blanco y dos más pequeños de un verde militar, no se siente ningún olor en particular; continua un gran corredor que mirando un poco a la derecha se ve la cocina bastante amplia pero oscura, el resto son habitaciones y en la mitad la habitación de Carlos el que las acompaña.
El segundo piso está abandonado, todas dicen que allá espantan porque escuchan ruidos, voces y pasos en las noches. Al fondo del primer piso hay un corredor en el que los ojos se pierden fácilmente, con tan sólo verlo, un frío recorre todo el cuerpo, los pasos para llegar al fondo, donde está el patio se hacen más lentos y silenciosos, hasta que se encuentran dos rejas blancas, cerradas con tres candados, donde se logra ver un carro antiguo con agujeros en las latas, manchas grandes de óxido y con unas plantas que lo cubren hasta la mitad.
Mi rey es el dinero, pero mi bufón es mi corazón
-Me ha ido muy mal en el amor, antes de comenzar a trabajar tenía un novio con el que duré 3 años, él me golpeaba, era muy posesivo, agresivo, hasta me robó y cuando le conté lo del trabajo no lo aceptó y me dejó.
-Hace poco dejé de trabajar pero no fue por un hombre, porque mi vida la decido yo y el dinero es el único que me puede hacer cambiar de parecer, de pronto un esposo bien rico que me complazca en todo me haría cambiar.
-Pero ese no ha llegado aún, lo que pasó es que mi mamá apareció de nuevo, era una alcohólica y su amante la había dejado con una hija, una pequeña hermosa. Entre mis hermanas y yo le alquilamos un apartamento para que vivieran mejor, pero su alcoholismo era tan severo que a esta niña de tan sólo cinco años la golpeaba con gran frecuencia borracha. Eso me tocó el corazón, me fui para Bienestar Familiar y pedí su custodia y después de varios meses me la dieron, me salí de trabajar, la lleve a la casa con mi papá y me quede con ella varios meses, la niña estaba muy mal física como psicológicamente, por eso ahora respondo por ella también, pero a los meses volví a trabajar”.
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En este trabajo también hay hombres, pero están en otra sedes dice, Yeka -
“Pronto me iré a vivir a Sabaneta con mi hermana Deisy y otra amiga, nos vamos a cambiar de empresa para poder trabajar desde el apartamento y poder controlar mejor nuestro horario, aparte de que esa casa nos da bastante miedo.
-Mis hermanas mayores, las que viven en EE.UU, ya saben en lo que trabajamos, al comienzo nos insultaron pero ahora la plata les ha callado la boca, a mi papá cada una le da setecientos mil peso mensuales y él sospecha pero no pregunta, sólo nos dice que nos cuidemos bastante. La plata hace de cuero corazones, cuando hay plata el resto no interesa y nadie molesta, a todo el mundo le caes bien y con él también podés hacer el bien”.
Jessika le paga a su madre un centro de rehabilitación, es su madre después de todo, “no podía dejar que muriera en vida”, dice Yeka
-“Sólo pienso en plata, por eso paso a veces mucho tiempo frente al computador y aunque mi felicidad me la dan esos papeles verdes que me llegan cada ocho días, la verdad le he perdido mucha emoción al sexo en persona, casi no tengo relaciones con nadie, porque muchas veces tanto trabajo me deja doliendo la cuquita, y no me da ganas es, pero, de nada.
-Ya cuatro años en esto, siento el mundo a mis pies, soy compradora impulsiva, siempre voy a centros comerciales, salgo mucho, me encanta las fiestas de electrónica, soy de mente abierta y ya he probado todo tipo de drogas, poper, perico, pepas, papeles…. Me encanta viajar, quiero tener muchas visas, aunque lo tendré que hacer rápido porque creo que el mundo se acabara en el 2012”.
Jessika o Paisita sex-one como la conocen en su trabajo, ya con 25 años encontró su príncipe azul, su rey y su gran amor, el dinero; con él lo tiene todo y lo compra todo, aunque cambiará de compañía para trabajar desde su apartamento, su sueño es montar una empresa con su hermana, de las mismas en las que han trabajo todo este tiempo, de chat porno o sexo virtual para extranjeros, podrá ser el paraíso de muchas o la entrada al infierno de otras.
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